Según el Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas, la ausencia de dietistas-nutricionistas dificulta la prevención y encarece el tratamiento de las enfermedades más prevalentes hoy en día: diabetes, insuficiencia renal, enfermedades cardiovasculares, cáncer, hipertensión, hipercolesterolemia, síndrome metabólico, etc. Además, sobrecarga de trabajo y excede la cualificación y las competencias de otras profesiones sanitarias.
En España, a diferencia del resto de Europa, el dietista-nutricionista está disponible, en la mayoría de ocasiones, solo en consulta privada, a la que puede acceder únicamente un sector privilegiado de la sociedad. Sin embargo, son precisamente los grupos con menos ingresos los más proclives a tener unos hábitos alimentarios inadecuados y los que más gasto sanitario provocan.
Los datos disponibles indican que la labor de dicho profesional beneficia la salud individual y colectiva, ejerce un papel clave en la promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación de las enfermedades crónicas más prevalentes, evita el intrusismo y la multiplicación de aficionados y organizaciones o individuos con planteamientos para-científicos o acientíficos, abarata el gasto sanitario y defiende los intereses de la ciudadanía. Por otra parte, el perfil alimentario en España evidencia un desequilibrio en nutrientes, hecho que otorga peso a la necesidad de una mayor presencia de dietistas-nutricionistas en Atención Primaria.
Un estudio llevado a cabo con 250 médicos de Asistencia Primaria detectó que alrededor del 42% de sus pacientes requiere intervención dietético-nutricional, pero que la mayoría de médicos no se consideraba capaz de abordar el seguimiento dietético por falta de formación y tiempo de dedicación.
Asimismo, fiarse de las opiniones de un “experto en nutrición” en función de sus cualidades como comunicador o por ser un personaje famoso es frecuente y comprensible, pero no se debería olvidar el tiempo que esa persona ha dedicado al estudio de la nutrición. Así, ¿basta leer un libro para ser experto en nutrición? ¿Un curso por correspondencia? ¿Basta con la propia experiencia?
Es por ello que es necesario partir de la base de que la nutrición es una ciencia y que hay que estudiarla y equipararse al resto de Europa para no continuar seguir siendo uno de los países europeos con mayor prevalencia de obesidad y sobrepeso, infantil y en adultos.
Teniendo en cuenta que la mayoría de las enfermedades crónicas se pueden prevenir o tratar mediante un juicioso abordaje dietético, y que el colectivo de dietistas-nutricionistas es el más específicamente cualificado para realizar dicho abordaje, resulta de vital importancia plantearse por qué no se toman medidas para integrarlos en el sistema de Atención Primaria de Salud.
Respecto al ahorro sanitario que supondría, dado que no existe la figura del dietista-nutricionista en la Administración Pública Sanitaria, no existe ningún estudio español sobre la relación coste-efectividad y coste-beneficio de la introducción del dietista en la política de salud española. Sin embargo, la Asociación Americana de Dietética afirmó ya en 2002 que la nutrición es uno de los tratamientos con mejor relación coste-efectividad, y que una estrategia que conduzca a la población a realizar correctas selecciones alimentarias, ahorra miles de millones de dólares en costes directos e indirectos.
En Estados Unidos, por ejemplo, los sistemas de adelgazamiento “mágicos” generan un gasto de unos 33.000 millones de dólares anuales. En España, se estima que, tan sólo en “productos milagro” (ineficaces) para adelgazar, se gastan anualmente unos 2.050 millones de euros.
Definición de dietista-nutricionista:
La ley 44/2003, de 21 de noviembre, de ordenación de las profesiones sanitarias, en su Título I “Del ejercicio de las profesiones sanitarias”, Artículo 7 “Diplomados sanitarios”, punto g, define a los dietistas-nutricionistas como los “diplomados universitarios en Nutrición Humana y Dietética que desarrollan actividades orientadas a la alimentación de la persona o de grupos de personas adecuadas a las necesidades fisiológicas y, en su caso, patológicas de las mismas, y de acuerdo con los principios de prevención y salud pública”.