Colegios Profesionales de Aragón

Actualidad

Información de interés  - 02/06/2021

"LA PESETA Y EL EURO", ARTÍCULO DEL EX CONSEJERO DE ECONOMÍA DEL GOBIERNO DE ARAGÓN, FRANCISCO BONO, EN LA REVISTA DE LOS COLEGIOS PROFESIONALES DE ARAGÓN

Un recorrido por la historia de la peseta para conmemorar el vigésimo aniversario de la última acuñación como moneda oficial de España. Y un repaso a la incorporación de nuestro país al euro

Artículo publicado en la Revista de los Colegios Profesionales de Aragón nº19, marzo 2021.

Por Francisco Bono. Economista Colegiado.

En este año que inauguramos, 2021, se cumple el 20º aniversario de la última acuñación de la peseta como moneda oficial de España. Y es, por tanto, una buena ocasión para recordar algunos hitos de su historia, con la brevedad requerida por nuestra revista colegial.

Acerca de la Peseta

En efecto, como acabamos de apuntar, la última acuñación de la peseta se realizó el 19 junio de 2001, y fue en concreto la moneda de 100 pesetas la última en producirse.  Señalar también que poco antes, el 21 de noviembre del año 2000, se dio por finalizada la emisión de billetes (el último fue el de 10.000 pesetas).

¿Cómo nació y cómo vivió?

La peseta nació como unidad monetaria, por decreto del Gobierno Provisional de la República que siguió al derrocamiento de Isabel II, el 19 de octubre de 1868 y su largo camino estuvo plagado, al igual que cualquier moneda, por sucesivos cambios en su cotización. Puede servirnos de referencia a lo afirmado, por fijarnos en los hechos más recientes de los que guardamos memoria viva, algunos datos comparativos entre fechas muy notorias en nuestra historia.

Partiremos de 1959, fecha emblemática por ser el año del Plan de Estabilización, en el cual se fijó la paridad de la peseta en 60 pesetas/dólar. Esta paridad tuvo vigencia hasta noviembre de 1967, en que se fijó un nuevo tipo de cambio en 70 pesetas/dólar.

Después de diversas vicisitudes, en enero de 1974 la peseta entró en el “sistema de libre flotación”. Desde entonces, sufrió diversas devaluaciones. Una de ellas se produce en 1977, con Fuentes Quintana al frente del Ministerio de Economía, que pasó a cotizar 87,30 ptas/dólar para el comprador y 97,5 para el vendedor. Después de algunas variaciones más, en 1982, con Miguel Boyer, la cotización pasó a ser de 127,10 pts/dólar.
 
Nuevamente, estando ya vigente el Sistema Monetario Europeo (SME), el 17 de septiembre de 1992 la peseta se devaluó un 5% frente al resto de monedas del SME, fijándose el tipo de cambio en 139,76 ptas, respecto al ECU, y en 68,42 pts respecto al marco alemán. Lejos quedaban ya, pues, las cotizaciones de treinta años antes.

Como últimas referencias, señalar que fueron también muy relevantes las tres devaluaciones de la peseta que se llevaron a cabo con motivo de la  fuerte crisis de 1992-93. Se llamaron “devaluaciones competitivas” por algunos autores, ya que ayudaron a reactivar la economía, como realmente se esperaba.

Todo este historial de  variaciones monetarias terminará con la incorporación de España al Euro, de lo que nos ocupamos en el siguiente apartado.

Nuestra moneda europea

Los propulsores de la integración europea siempre estimaron que el mejor camino para avanzar hacia una unión total de los Estados era la economía, y fue la unión monetaria el principal instrumento elegido para ello.

Consecuentemente, en 1979 se puso en marcha, para ello, el Sistema Monetario Europeo. El SME tenía como principal objetivo implantar un sistema de tipos de cambio fijos, dejando únicamente unos pequeños márgenes de fluctuación a cada moneda. Ello ocasionaba una coordinación de los países integrantes en materia de política monetaria, lo cual representaba una trascendental novedad.

El camino emprendido fructificó finalmente en el Tratado de Maastricht, aprobado en febrero de 1992. Como se recordará, para alcanzar una cierta homogeneidad de los países integrantes se establecían las conocidas cinco condiciones para poder acceder cada país a la utilización de la moneda común.

Inicialmente funcionó en los mercados financieros una unidad de cuenta denominada ECU, que fue sustituida el 1 de enero de 1999 por el EURO (también como unidad de cuenta), entrando finalmente en circulación sus monedas y billetes el 1 de enero de 2002. Se incorporaron 12 Estados en un primer momento, entre ellos España, habiéndose extendido a 19 en la actualidad.

Sin duda alguna, el Euro confiere una importante estabilidad y seguridad a los países integrantes del Sistema, que encuentran, por un lado, una impagable simplificación en sus operaciones comerciales (algo que se olvida a veces por su propia cotidianidad) y por otro lado un importante “colchón” de garantías y coste a la hora de su financiación. Las instituciones responsables de preservar el logro de sus objetivos son la Comisión Europea y el Banco Central Europeo

Pero este Sistema no está exento de algunas críticas, que tienen relación con la evidente pérdida de capacidad de políticas monetarias propias de cada país. Argumentan, por ejemplo, que las devaluaciones son una arma de competitividad cuando un país lo necesita, y ello se ha perdido.

Como ocurre siempre en Economía (y como ciencia social que es), hay opiniones para todos los gustos, y todas deben ser respetadas, pero lanzo únicamente una pregunta al aire: ¿Se imaginan los españoles que nos hubiera ocurrido con la crisis financiera de 2007 o con la crisis actual de la pandemia, si estuviéramos fuera del Euro, es decir conviviendo con nuestras queridas –y para algunos, añoradas- pesetas?

Sin duda alguna, la creación del EURO ha sido un trascendental paso hacia la –casi utópica- unidad europea y un elemento estabilizador que quizás no valoramos en su auténtica magnitud. Esperemos que los esfuerzos, en tan largos años, de aquellos primeros intelectuales y estadistas -recordemos a Stefan Zweig y W. Churchill entre ellos- no se vean frustrados por algunas tendencias desintegradoras a las que estamos asistiendo.

Ampliar foto:
MIEMBROS DE LA ASOCIACIÓN