Coincidiendo con el próximo 50 aniversario de la Feria Internacional de Maquinaria Agrícola de Zaragoza (FIMA) tendrá lugar, el próximo mes de febrero de 2014, el IV Congreso Nacional de Desarrollo Rural bajo el lema Campo y Ciudad: un futuro común.
La mecanización agraria fue determinante para liberar del campo la fuerza de trabajo que hizo posible el desarrollo urbano e industrial que ahora disfrutamos y sufrimos. Una mecanización que sigue siendo un factor clave de la innovación que permite el continuo aumento de productividad agrícola exigido por nuestra sociedad.
Bienes y servicios tan imprescindibles como los alimentos, el agua, la energía, el paisaje o la biodiversidad están vinculados al mundo rural. Sin embargo, mientras la ciudad refuerza sus estructuras y centros de decisión, las instituciones rurales tradicionales y esenciales para la sostenibilidad se debilitan.
La agricultura familiar, que es el modelo dominante de producción mundial de alimentos, desempeña un papel esencial en la gestión del territorio, de la biodiversidad y de la cultura tradicional. La Asamblea General de la ONU ha reconocido su valor simbólico y estratégico declarando 2014 como Año Internacional de la Agricultura Familiar. Ofreciendo grandes soluciones, las explotaciones familiares afrontan enormes retos e incertidumbres. Su limitada dimensión económica dificulta su acceso a la tierra, al agua o al trabajo, sobre todo cuando compiten con las actividades urbanas o industriales. El papel que desempeña la mujer en la agricultura familiar es tan determinante como poco reconocido, siendo todavía importante la brecha en materia de igualdad.
La desaparición de las explotaciones familiares provoca trasvases de población hacia la ciudad generando problemas de congestión urbana, marginación social, despoblación rural y desarticulación territorial. El futuro mayoritariamente urbano amenaza la cultura rural. Sin embargo, la conexión con la ciudad es fuente de nuevas oportunidades de trabajo y servicios para el medio rural. Si emprender es difícil en la ciudad, todavía lo es más en un mundo rural desconectado de la ciudad.
Ambas, la rural y la urbana, configuran una misma sociedad. Quienes viven en el campo tienen idénticos derechos y obligaciones fundamentales que los de la ciudad. Sin embargo, es obvio que no es lo mismo vivir en el campo que en la ciudad. Lo rural y lo urbano deben integrarse más y mejor en las políticas de desarrollo que, en el contexto de la Estrategia Europa 2020, afrontan el crecimiento inteligente, sostenible e integrador. Los Programas de Desarrollo Rural 2014-2020 forman parte de la PAC y configuran la componente más visible de política rural. Sin embargo, no es la única. La política de cohesión, con más recursos y capacidad, también ofrece posibilidades para el desarrollo rural y está llamada, de hecho, a participar.
La creciente sensibilización en relación con el papel de la alimentación y el medio ambiente en la salud contribuye a mejorar la valoración urbana de lo rural. Las cadenas cortas, el comercio de proximidad, los productos locales, los huertos urbanos o la agricultura urbana y periurbana son fenómenos emergentes, fuertemente interrelacionados, que ofrecen nuevas posibilidades para conectar el campo y la ciudad.
El campo todavía debe vencer muchas dificultades para explicarse y hacerse entender ante la ciudad. La ciudad también debe superar tópicos y estereotipos, esencialmente ideológicos y emocionales pero alejados de la realidad. Porque el campo no es ese mundo idílico que en ocasiones se evoca desde la ciudad, si bien tampoco es cierto que ésta sea tan fácil para la vida como a veces manifiesta el mundo rural.
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